NUBARRONES
GRISES Y LLUVIA DE POBREZA
La epidemia no acaba y ya me siento en el aire, flotando en medio de la
nada. Después del devastador terremoto que sacudió las entrañas, la mente y el
corazón de las gentes, camino por las calles y sólo encuentro escombros y restos
de hombres abatidos que han perdido la esperanza y la fe, veo incertidumbre,
miradas perdidas. Al cruzarme por caminos y avenidas parecen recién despiertos
pero trasnochados, me recuerdan a los caminantes blancos sin voluntad y rumbo,
avanzan no sé adónde.
Han pasado meses de mi encierro y siento que va muriendo en mí aquel ser
que forjó el mundo de la “competitividad”, “la reingeniería” y “la calidad
total” que finalmente nos ubicó al último de casi todo, ese ser que nació de la
globalización, digo de la penetración neoliberal cuyos mentores auguraban el
fin de la historia, ese ser unidimensional que sólo miraba un canal de
televisión, escuchaba a un sólo periodista, leía un solo periódico o veía por
años la misma serie y escena. Miro el horizonte y nubarrones grises anuncian que habrá lluvia
torrencial de pobreza y hambre, veo granizadas de productos chinos acabando con
la poca industria que nos queda, veo huaycos de importaciones que enterraran a
nuestra agricultura abandonada, veo charcos de corrupción que lo ensucian todo,
veo rayos de traición al pueblo por todas partes y empresas derrumbadas matando
obreros. La pandemia ha vaciado todo, vació la sensibilidad de la gente su
compasión, su solidaridad, vació el bolsillo de los pobres, vació las arcas del
Estado para llenar la de los empresarios y banqueros, vació las neuronas de
muchas autoridades y funcionarios. La pandemia del coronavirus no llegó sola,
le acompañó la pandemia del egoísmo de las clínicas privadas, el virus de la
codicia de las farmacias, la avaricia de los supermercados, la viveza de los
bancos y la conchudez de las AFPs.Lo bueno que queda de todo esto, es que conocíamos más al Perú, de lo
frágil que somos, del Estado débil que tenemos, dé su ineficacia para dar
soluciones, de lo desigual que distribuye la riqueza y de quienes la
aprovechan. Pero el pueblo sabrá estar a la altura de las circunstancias y les anuncio que habrá pandemia de
resistencia y lucha, epidemia de solidaridad y esperanza para construir juntos un
mejor mañana. Escribe: Igor Imic.Pintura: Carlos Presman y Carlos Alonso, ciencia y arte en tiempos de
pandemia.
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