VACUNA CONTRA LA CODICIA.
La pandemia avanza con velocidad y sin embargo la población ya no se
asusta tanto como al inicio, poco a poco le va perdiendo miedo no sólo al virus
sino también a los ovnis, la niña de humo y las antenas 5G. Parece que estos
meses hemos creado resistencia y nos
vamos volviendo inmunes a los psicosociales de las grandes corporaciones
mediáticas y a las estupideces de las redes sociales.
Todos los gobiernos anuncian que en los próximos meses habrá vacuna para
el virus y los noticieros nos cuentan cada mañana que ya se hicieron las
pruebas de la fase 1, 2, 3, 4 ,5, etc. en monos, ratas, pollos e incluso
nuestras llamas y alpacas están colaborando en esto; por lo visto el virus con
corona nos va acompañar todavía por un buen tiempo, pero finalmente sucumbirá ante
la espada de la ciencia, eso esperamos.
Lo que no escuchamos es que en algún laboratorio se esté investigando y
trabajando para encontrar una vacuna contra la codicia, cuya utilidad sería mucho más efectiva que
todas las vacunas por descubrir juntas, no hay ningún centro de investigación
haciendo pruebas al respecto. Con esta vacuna podríamos acabar con el uno por
ciento de la población que concentra el 90 % de la riqueza mundial, evitaríamos
que mueran 30 mil personas al día por hambre e inanición en el mundo, o que
sólo doce millonarios peruanos concentren más del 30% de la riqueza nacional,
esta vacuna daría acceso al agua potable y alcantarillado de miles de millones
de personas que no la tienen, la vacuna acabaría con las clínicas ambiciosas y
angurrientas, con los monopolios de los medicamentos y el oxígeno, la
concentración de la tierra y el agua, la apropiación de los recursos naturales
y sobre todo acabaría con control oligopólico de la ciencia y la tecnología.
Pero la codicia es un jodido virus difícil de combatir; muta
constantemente, se vuelve resistente a todos los antivirales democráticos o
republicanos, se camufla en todos los gobiernos, se mete por las rendijas de
las esferas del poder contaminando almas y conciencias, está en los directorios
de las grandes corporaciones, en los supermercados, en el congreso y el poder
judicial, en los sistemas financieros y sobre todo en la bolsa de valores ese
es su ecosistema favorito desde donde se reproduce y multiplica. ¿Y qué dicen los medios de comunicación? pues
nada, pocas voces críticas se oyen ninguna con posibilidad de hacerse sentido
común o vox pópuli; es mas una legión de periodistas ya tienen su tapabocas a
la medida y algunos incluso máscaras para distorsionar la realidad o en todo
caso sólo callar.
El pueblo adormecido no comprende que ha pasado, no reacciona o quizás
ya nos dieron ansiolíticos para estar dormidos y soñolientos, tal vez un
paracetamol para no rompernos la cabeza buscando alternativas y vías nuevas. Quizás haga falta lavativas cerebrales de
educación popular y liberadora, o purgantes para expulsar nuestra mezquindad y mediocridad,
desparasitantes para acabar con dogmatismos y sectarismos, incluso sea
necesario una intervención quirúrgica laparoscópica para extraer el virus
codicioso que llevamos dentro.
Al parecer la cura no es fácil, tal como se ven las cosas el egoísmo
sigue carcomiendo las almas tanto como la corrupción lo hace y, cuya cura
necesita de un potente antiviral que por hoy no existe o nadie le interesa
crear.
Lo que podemos es conseguir píldoras para la solidaridad y la cooperación,
antinflamatorios para organización mejor, pastillas para despertar, antidepresivos
para no perder el ánimo, sueros para resistir y un potente tónico para luchar y combatir.
Escribe:
Igor Irigoín.
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